El ruido de la calle le despertó, debían de ser sobre las
doce y media de la noche. Encendió la pequeña lámpara de la mesita que tenía al
lado de la cama. Cogió el tabaco de liar y el chivato le quedaba poca yerba lo
justo para dos o tres canutos más. Acabado de liar estiro el brazo hacia el
otro extremo de la cama para coger la guitarra, al rozar las cuerdas con los
dedos, éstas vibraron produciendo ese sonido mágico para él. Empezó a dar
caladas al compás de los acordes, esa noche no tenía concierto y la resaca le
carcomía por dentro, pero aún así no dudó en decirle que viniera a su casa
cuando ella le llamó.
A los veinte minutos, sonó el timbre, dejó la guitarra a un
lado y la chusta del porro en el cenicero. Iba en calzoncillos, los mismos que
llevaba desde la tarde anterior, fue hasta la puerta removiéndose el pelo largo y sujetándose la cabeza que
aún retumbaba al ritmo de la música del garito de la noche anterior. Abrió la puerta.
-Éste es mi chico- dijo ella atisbando en los ojos de él los vestigios de una
buena fiesta la noche anterior. Y con una sonrisa y una botella de tequila en
la mano, se adentró en la pequeña
buhardilla dándole un fugaz beso
en los labios. No eran novios ni nada eso, pero solían quedar para
emborracharse, fumar y pasar la noche juntos.
-Cántamela, otra vez-
Él se fue hacia su cama para coger la acústica mientras le
señalaba donde estaba la sal para el tequila. Se tumbó en uno de los sofás y se
encendió un cigarro, al mismo tiempo, ella cortaba rodajas de limón. Tras el
primer chupito se arrancó con los acordes, ahí estaba él sin camiseta con el
cigarro en los dedos al lado de la púa y en su boca el Let´s spend the night together, now I need you more than ever… Al
acabar y abrir los ojos, vio que ella ya solo llevaba puesta la ropa interior,
la había visto millones de veces así, pero cada vez que la volvía a ver
sonreía y sentía que pese a no ser nada
formal en cierta manera era una relación, una bonita relación.
A la mañana siguiente, se despertó esperando que ella no estuviera a su lado, aunque cuando notó algo en su lado en la cama no consiguió cortar una sonrisa, pero solo encontró la guitarra medio tapada entre las
sábanas y en el mástil y le vinieron a la cabeza los versos de su amado cantant "Me desperté abrazando el hueco de su ausencia en mi colchón.." de ésta una nota diciendo que pasaría por su casa para
la hora de comer. Era la hora de comer, al menos la hora a la que siempre quedaban para comer, el se encontraba
en la ducha escuchando un vinilo de Muddy Waters puesto en el tocadiscos de su
mesa. El timbre no sonaba y fueron pasando las horas.
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