Andar rápido no adelanta el tiempo, desear que ella fuera a
llamar no iba a hacer que esto ocurriera. Las horas pasaban, sin más consuelo
que los sonidos devueltos por la guitarra cuando la tocaba. Cerraba los ojos y
la recordaba en la puerta la noche anterior con una sonrisa en la cara. Pese
que desde que ellos se veían esporádicamente ambos se habían visto con otras
personas mostrando la posibilidad de
disfrutar del sexo sin compromiso, desde hace tiempo el no podía estar con otra
mujer que no fuera ella.
Por la tarde, ya cansado de esperar, se puso una camisa, unos
vaqueros muy ajustados se colgó la guitarra al hombro y salió a la calle. No
tenía plan, no sabía dónde ir, sólo quería olvidar. Llamó a un amigo que
enseguida se prestó a emborracharse en el garito de siempre y acabar como
siempre, en el escenario. Quedaron en la plaza que daba detrás del local, se
fundieron en un abrazo y su amigo rápidamente adivino la causa de la llamada.
-Es por ella, ¿no?-
- ¿Por qué sino?-
- ¿Qué ha pasado?- Preguntó
su amigo, mientras daba el trago a la primera cerveza de muchas.
- La cosa ha cambiado mucho. Un día te crees que vives la
situación perfecta, sexo sin compromiso, con una chica atractiva y con la que
conectas y al día siguiente tu corazón, parece decirle a su sístole que sin
ella no hay diástole que le haga funcionar.
Tras decir esto y dar un buen trago a un vaso de tequila y le vino a la cabeza aquello de "y hay un tequila por cada duda", el
alcohol empezó a hacer mella en él. Eran las doce de la noche, llevaban
bebiendo más de cuatro horas, dejando de beber sólo para fumar o hablar, el
local hace unas pocas horas vacio, lucía ahora de una buena entrada, grupos de
gente con botellas de alcohol en las mesas, chicas en la pequeña pista de baile…
Poco a poco fueron apareciendo todos los integrantes de la banda y a la una más
borrachos que ninguno de los que esa noche estaban en el local comenzaron a
tocar. Hacía mucho calor en el local la gente vibraba sobre todo las mujeres.
Una de ellas, que bailaba con una tercio de cerveza en la
mano y un cigarro en la otra, clavo su mirada en él, que se hallaba en un estado
que no era el idóneo para gustar a nadie. Su amigo que se dio cuenta de la
situación y que además había puesto la mirada en una de las amigas de esa mujer, le habló al oído…
El sístole sin diástole ni dueño...
ResponderEliminar¡Uh! Mucho Stones y una buena portada; buenos textos... Esto pinta bien. ¡Miembro!
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