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Fue lo primero que encontró al despertarse, una nota, no estaba ella. Una vez más se despertaba con la esperanza de
estar con alguien y una vez más se encontraba solo.
Estuvo un rato pensando en qué hacer. Finalmente el teléfono
comenzó a dar tono. Y quedaron dos horas más tarde en su casa. Sonó el timbre.
-Hola guapo- dijo ella con una sonrisa en los labios.
- ¿Qué tal, todo bien?-
- Tenía ganas de verte, esta mañana tenía prisa, tenía que trabajar. Por cierto,
¿Tú no trabajas?-
- Sí de vez en cuando, cuando no puedo pagar la luz y el
agua con la banda, hago de camarero normalmente.-
- Y... ¿No estudiaste nada?-
- No, lo mío, mi vida es la música, prefiero esto a tener
cualquier puesto que me ofrece cualquier carrera, soy más feliz así.-
- Bueno dejémonos de estos temas y vamos al lío. He traído
comida.-
Después comer con John Mayall y Eric Clapton, en ese mítico
disco. Ella hablaba por teléfono tirada en la cama mientras él, sentado en la
ventana, tocaba Sweet Virginia. De repente ella se acerco y le preguntó si
tenía una armónica a mano y así, en un abrir y cerrar de ojos se encontraban
tocando los dos Sweet Virginia. Y cuando menos se lo esperaba, se encontraba mirándola
mientras tocaba la armónica, dejó la guitarra a un lado y la besó. La armónica
cayó al suelo, arrastrando con ella un vaso que se rompió acompañado de un
estrepitoso sonido, pero poco importaba en ese momento, solo querían dejarse
llevar.
A la mañana siguiente, se despertó con el olor de café y
tostadas. Se incorporó y con los ojos todavía entreabiertos la observó en la
cocina sin ropa. Cuando se encontraban tirados en la cama desayunando, sonó el
timbre. Él se extraño de que alguien
llamara a esas horas y se dirigió a abrir la puerta. Cuando abrió la puerta, el
rostro se le congelo por completo, tanto
días después sin saber de ella, aparecía en su casa cuando menos tenía que
hacerlo. Ella le sonrió e intentó pasar, el trató de evitarlo pero no pudo.
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